lunes, 12 de marzo de 2018

El pequeño empacador


Por: @IsidroAvila / Ejercicios Literarios

Aarón era un niño enamorado de la música. Le gustaba visitar la sección de discos del centro comercial cada vez que acompañaba a su mamá. Encontraba cierto placer al escuchar las canciones de “Los Literarios”, su grupo favorito. Adoraba la sensación de un disco nuevo entre sus manos, además de respirar ese olor a vinil que tenía plenamente identificado.

Con la alegría de saber que había un nuevo material de la banda dueña de su admiración, corrió en busca de su madre, pasillo por pasillo, hasta encontrarla. Frutas y verduras, abarrotes, farmacia, todo recorrió hasta finalmente llegar a ella.

-Mamá, ya salió el nuevo disco de Los Literarios! Exclamó. Me lo compras?
-Hijo, te puedo comprar otras cosas, pero, gastar dinero en un disco de música, en especial de ese grupo, es un desperdicio.

Desilusionado, Aarón camino junto a ella con la esperanza de que cambiara su decisión, más no hubo cambio alguno. Al salir de la tienda, tras pasar por el área de cajas, sus ojos se iluminaron al ver un letrero en la pared: Se solicitan empacadores. Su mente voló, y de pronto se vio trabajando en ese centro comercial.


Aprovechando que eran días de vacaciones, Aarón se iba caminando al centro comercial a trabajar, mientras que a su madre le decía que estaba en casa de alguno de sus amigos.

Cuatro horas diarias era el tiempo que le dedicaba a empacar la despensa de cada persona que pasaba por su caja la cual compartía con Mario, su compañero que, al igual que él, buscaba tener un ingreso propio para poder comprar la patineta que su padre le había negado en varias ocasiones. Entiéndelo, es por tu bien! Le decía su padre, no quiero que un día te rompas la cabeza.

Tras cuatro semanas en las que asistió a trabajar de lunes a viernes logró sumar 80 horas entre bolsas, despensas, frutas y mil artículos de otros departamentos, Aarón no solo logró reunir el dinero necesario gracias a las propinas recibidas para comprar el disco que tanto deseaba, también adquirió una guitarra, en la que aprendió a tocar sus canciones favoritas.

Al enterarse su madre de lo que había hecho, no tuvo más que felicitarlo por su empeño y apoyarlo enviándolo a clases de música y composición.

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